Olvidado en el armario
del cual nadie se acordó
tras cerrarlo por miedo
y sin compasión,
quemado en el suspiro
de la desesperación
de un te quiero
no vivido por temor
a la desilusión
al fracaso donde no existe el alivio
al sollozo de un cualquiera malherido
al eterno adiós
del nunca perecedero amor.
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